6 señales de que necesitas explorar tu lado más creativo haciendo cerámica con nosotras en Matèria
01
Sientes ruido mental
Da igual lo que estés haciendo; tu mente está parloteando de varios temas —y de ninguno— a la vez. Encima, acompañas ese ruido con múltiples pantallas: tienes una serie de fondo mientras revisas tu cuenta de Instagram o TikTok una y otra vez. Cuando estás así, algo normal en estos tiempos, puedes experimentar sueños agitados y poco descanso en la noche. La cerámica es medicina para estos estados: su diversidad sensorial ocupa el sistema nervioso, permitiéndole fundirse en las sensaciones que la piel de las manos va registrando. Así, al estar 'muy ocupado', el sistema se va relajando. Al final de la clase, el bucle mental se afloja y se vuelve mucho más manejable.
02
Te resulta difícil reconciliar tus ideales imaginarios con la realidad práctica
La cerámica enfrenta directamente esta contradicción y puede ser una terapia sorprendente y económica para abordarla. En cerámica, el proceso es paso a paso: primero defines la forma general de la pieza, luego la refinas, limpias bordes y líneas, estableces una base sólida, desarrollas una textura coherente, y así sucesivamente. De esta manera, tus deseos, que a menudo son contradictorios y variados, encuentran su lugar dentro de las posibilidades y limitaciones del mundo concreto, marcado por la física, el tiempo y la realidad misma.
03
Te sientes desconectada
de tu cuerpo
La práctica cerámica implica inevitablemente una conexión profunda con el cuerpo: son tus manos, guiadas desde el centro del ombligo (que toma fuerza directamente de la tierra o el suelo), las que amasan. Es la piel de tus dedos la que percibe si hay mucha o poca humedad y si es necesario aplicar más o menos presión en cada movimiento. Es la temperatura de tu cuerpo la que va extrayendo la humedad de la pasta. La medida de las tazas que creas, por ejemplo, depende de la cantidad de líquido que necesitas en distintos momentos del día, y son la sensibilidad de tus labios, tu piel y tu vista los que te guiarán en cada diseño. Por eso, hacer cerámica es tejer un vínculo contigo misma que puedes llevar a otras áreas de tu vida.
04
Te sientes desconectada
del placer
La arcilla es blanda, flexible, y fresca al tacto; acepta el agua y, al ser un material tan sensorial, puede llegar a estimular tu sensualidad si te abres a ello. A veces, los gestos constructivos más simples —cortar, abrir huecos, alisar superficies o crear texturas— generan micro instantes de placer, pequeños y sutiles, que te ofrecen el cabo de un hilo al que puedes aferrarte para reconectar contigo misma. Es una invitación a explorar tu capacidad, siempre desarrollable y amplificable, de sentir placer y disfrutar.
05
Sientes que el tiempo se te escurre de las manos
Nada es más efectivo para frenar esa sensación que habitar el momento presente. Hay muchas formas de llegar al “ahora”, pero una de las más bonitas es crear pequeños rituales en tu día a día que te mantengan atenta. Por ejemplo: tomarte cinco minutos (a reloj, si lo necesitas) para saborear tu cafecito de la mañana, mientras sientes en tus manos el calor de esa taza que moldeaste aquí en Matèria. O mirar el platito al que grabaste una palabra que, en cada cena, te devuelve a ti misma.
06
Hay una vocecita dentro de ti (sí, ¡¡¡tú misma!!!) que pide a gritos ser escuchada
Para transformar un trozo de arcilla sin forma en una pieza de cerámica definida, hay que tomar muchas decisiones, y todas las vas a tomar tú. Escuchar tu propia opinión, tus deseos y tus necesidades en la mesa del taller de cerámica es un gran primer paso.